Barcelona es una ciudad que se vive tanto de puertas adentro como de puertas afuera. Solo hace falta alzar la vista mientras caminamos por sus calles para descubrir auténticas obras de arte. La ciudad esconde fachadas singulares más allá de las obras más emblemáticas de Gaudí, que cuentan historias sorprendentes: pequeñas joyas arquitectónicas que a menudo pasan desapercibidas. Hoy te proponemos un paseo diferente: dejarse llevar por la curiosidad y descubrir algunas de las fachadas más peculiares de Barcelona… ¡Hola Barcelona te lleva!

1. Casa Planells – Un rincón modernista en la Diagonal
En el número 332 de la Avenida Diagonal, junto a la calle Sicilia, encontramos la Casa Planells, una joya del modernismo tardío diseñada por Josep Maria Jujol, discípulo y colaborador de Gaudí. A diferencia de otros edificios grandilocuentes, esta fachada destaca por su sencillez y originalidad. Curvas imposibles, balcones que parecen flotar y detalles de hierro forjado que se entrelazan de forma orgánica crean un conjunto único y sorprendente.
La casa fue construida en 1924 como vivienda particular y es una muestra perfecta de cómo Jujol sabía hacer magia con pocos recursos. Hoy en día, aún se respira ese espíritu experimental y juguetón que caracteriza su obra.
2. Palau de la Música Catalana – Una explosión de ornamentación
De acuerdo, quizá no pase del todo desapercibido, pero la fachada del Palau de la Música Catalana merece ser redescubierta con calma. Esta obra de Lluís Domènech i Montaner es un festival para los sentidos: columnas recubiertas de mosaico, bustos de compositores, flores, esculturas y vitrales que se entrelazan con una armonía casi musical.
El Palau se inauguró en 1908 como sede del Orfeó Català, y su fachada ya nos habla de lo que encontraremos en su interior: una celebración de la música, la cultura y el arte catalán. ¿Una curiosidad? El conjunto escultórico de la esquina muestra una musa que parece emerger de la misma pared, con una fuerza y dinamismo que parecen desafiar la gravedad.
3. Casa Comalat – La hermana desconocida del modernismo
Ubicada en la esquina de la Avenida Diagonal con la calle Còrsega, la Casa Comalat es una de las fachadas más curiosas del Eixample, y a menudo se confunde con alguna obra de Gaudí. Pero en realidad fue diseñada por Salvador Valeri i Pupurull entre 1906 y 1911.
¿La particularidad? Tiene dos fachadas completamente distintas: una de estilo más señorial en la calle Còrsega, con líneas rectas y simétricas, y otra en la calle Rosselló, llena de formas ondulantes, cerámica de colores vivos y balcones de madera trabajada. Es como si fueran dos edificios en uno, mostrando dos caras de una misma Barcelona.

4. Casa Ramos – El modernismo popular de Gràcia
En el corazón de la Vila de Gràcia, en la plaza Lesseps, se alza la Casa Ramos, una construcción modernista de Jaume Torres i Grau del año 1906. A pesar de encontrarse en una zona muy transitada, su fachada conserva un encanto que nos transporta a otra época.
El edificio fue concebido como residencia plurifamiliar para la burguesía media y destaca por sus esgrafiados, balcones de hierro forjado y formas orgánicas que recuerdan al bosque mediterráneo. ¿La historia? Fue uno de los primeros edificios que apostó por integrar el arte en la arquitectura funcional, anticipando tendencias que llegarían décadas después.
5. Edificio Walden 7 – La utopía hecha hormigón
Salimos del centro para adentrarnos en Sant Just Desvern, donde el arquitecto Ricardo Bofill proyectó uno de los edificios más rompedores del siglo XX: el Walden 7. Desde lejos parece un castillo rojo de ciencia ficción, pero de cerca se descubre un entramado laberíntico de patios interiores, pasarelas y terrazas que redefine el concepto de comunidad urbana.
Inspirado en la obra Walden Two de B.F. Skinner, este edificio buscaba crear una nueva forma de vida, más cooperativa y humana. Hoy sigue siendo un símbolo de la arquitectura utópica de los años 70, con una fachada que parece cambiar según desde dónde se mire.

Barcelona es mucho más que su planta baja. Pasear por la ciudad con los ojos abiertos nos permite redescubrirla cada día, especialmente si prestamos atención a estas fachadas que, con sus detalles y secretos, nos cuentan una parte importante de su historia. ¡Hola Barcelona te lleva!