Barcelona esconde, bajo tierra, las cicatrices de una guerra. Descubre los refugios antiaéreos que aún hoy conservan la memoria de una ciudad que resistió bajo las bombas.

Memoria subterránea
Entre 1937 y 1939 se construyeron más de 1.400 refugios en la ciudad, muchos de ellos con la ayuda del vecindario. Eran túneles profundos, a menudo bajo plazas o edificios, pensados para resistir las explosiones y acoger a decenas de personas durante los bombardeos.
Este patrimonio silencioso ha resurgido en los últimos años como parte de la memoria histórica colectiva. Visitarlos no es solo descubrir un espacio físico, sino entender el esfuerzo de un pueblo que se organizó para sobrevivir.
Refugios que puedes visitar en Barcelona
- Refugio 307 (Poble-sec)
Uno de los más grandes y mejor conservados. Con casi 400 metros de túneles excavados en la montaña de Montjuïc, disponía de lavabos, fuentes, enfermería y espacios para sentarse. Está gestionado por el MUHBA y ofrece visitas guiadas.
Cómo llegar: Metro L3 – Poble-sec
- Refugio de la plaza del Diamant (Gràcia)
Una joya escondida en el corazón del barrio de Gràcia. Este refugio, de 250 metros de longitud, permite revivir la experiencia de los vecinos que descendían cuando sonaban las sirenas. Forma parte del circuito del MUHBA.
Cómo llegar: Metro L3 – Fontana
- Torre de la Sagrera (La Sagrera)
Construido hacia 1937, era de uso privado, pero también sirvió de protección al vecindario. Probablemente impulsado por los delegados de la empresa colectivizada United Shoe Machinery, se ubicaba donde antes estaba la baldosa de Joan Arpí, propietario de la Torre. Gestionado por el Casal de Barri y Casa de la Festa Torre de La Sagrera.
Cómo llegar: Metro - L1, L5, L9N, L10 La Sagrera
Otros espacios con memoria: Aunque no siempre son accesibles, varios edificios públicos y escuelas conservan refugios originales en sus sótanos. También se pueden encontrar vestigios integrados en mercados como el de Sant Antoni o en algunos centros cívicos.
Asimismo, el metro de Barcelona también sirvió como refugio antiaéreo. La estación de Fontana, por ejemplo, con casi 20 metros de profundidad, fue durante la Guerra Civil un buen espacio de resguardo por su distribución de acceso.
Una visita con sentido
Recorrer un refugio antiaéreo es ponerse en la piel de miles de barceloneses que buscaban protección bajo tierra mientras la ciudad temblaba. Es sentir el peso de la historia en cada pared y cada banco de piedra.
Hoy, gracias a iniciativas de recuperación de la memoria, podemos acercarnos a estos espacios y entender mejor qué significa resistir, cuidarse y construir colectivamente.
Barcelona no olvida
Los refugios antiaéreos son mucho más que una curiosidad histórica: son un legado de lucha y esperanza. Visitarlos es un acto de memoria. Y con la red de transporte público, puedes llegar fácilmente y sin complicaciones.
Porque descubrir Barcelona también es conocer las historias que se esconden bajo tus pies.